
Hasta el más distraído puede ver allí que se usa lo del canal propio que salió mal y lo que es indefendible más las torpezas y furcios de los presentadores y periodistas de canales competidores. Hay, también, una función de control por la cual se pueden contrarrestar críticas desde programas similares de la competencia.
Hasta acá, todo bien, pero el tema es que nos quieren vender que se tratan de noticieros sobre la televisión ¡Acá está la trampa! Porque de la televisión no se habla, solamente se bromea sobre las imágenes y los sonidos que salen del rectángulo luminoso y de los parlantes, lo que sale del televisor. Y todos sabemos que el televisor no es la televisión.
Lindo sería que nos hablen de las fusiones, de los contratos, de cómo aprietan a los periodístas que trabajan para ellos, de la imposibilidad de la libertad de prensa cuando una sola empresa tiene el monopolio de la información sobre lo que ocurre en diez estadios de fútbol (información secuestrada hasta las 22 hs. del domingo), de lo bueno que sería que los sindicatos, las escuelas de artes audiovisuales, las universidades tengan su canal de telvisión y que las provincias tengan programas en canales y en radios con contenidos acordes a la realidad, historia y geografía de sus pueblos; lindo sería, en fin, que tuviera todos los condimentos para la discusión de la Ley de radiodifusión que pronto deberá ser votada y aplicada.
Pero los grandes medios prefieren hablar de lo que una actriz dijo de otra, así como cuando fue el fallido golpe en Venezuela, los canales privados pasan novelas o discuten una sarta de giladas.
Ahhh, me olvidaba, sincera la gorda, ¿no?
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