miércoles, 28 de enero de 2009

EL campo

Resulta que algunos amigos y otros no tanto han visto qué cosas compran y adónde van de vacaciones los tristes productores asediados por las políticas del gobierno y empiezan a darse cuenta de que exageran "un poco" en sus reclamos.
La pretensión de no pagar un centavo de impuestos empieza a darse de culo con el 21% que pagamos todos los giles cuando compramos giladas (pan y leche incluidos).
Ya la imagen del pobre chacarero de la Pampa húmeda empieza a desdibujarse y comienza a verse la de aquel que visita el campo un rato (o ni lo conoce), que le pregunta a sus peones sobre las noticias destacadas y que se indigna por la soberbia del matrimonio en el gobierno, soberbia que no le llega ni a los talones a la pretensión de determinar si se abastece o no el mercado interno, a la decisión de requisar las cargas de los camiones y decidir pasa o no una ambulancia con las sirenas sonando.

Ni siquiera una autocrítica por ser parte del calentamiento global, de la desertificación de los campos, de los niños bandera, del desempleo y la precarización del trabajo rural.
Nada. Para mi todo, para el resto lo que quede.

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